El decreto iraní, establece que cualquier individuo o gobierno que desafíe o ponga en peligro la unidad de la comunidad islámica mundial como lo ha hecho EE.UU. e Israel debe ser considerado un “señor de guerra
El gran ayatolá Naser Makarem Shirazi ha emitido una fatwa de alcance internacional, según la cual cualquier daño físico o amenaza contra el Líder Supremo de Irán, el ayatolá Seyed Ali Khamenei, constituye un acto de guerra contra todos los musulmanes.
En ese contexto, llama a los creyentes a alzarse contra las “potencias arrogantes” del mundo por cualquier medio disponible, sin fronteras ni limitaciones. El mensaje es claro: no se tolerará ningún atentado contra la jerarquía religiosa chií sin una respuesta global.

Se consideran objetivos legítimos: estructuras estatales y militares de los agresores.
Se excluye el ataque a civiles, excepto en el caso de adultos israelíes, dado que la ley sionista convierte a todo mayor de 18 años en reservista o miembro potencial de las fuerzas armadas, por lo que no son considerados civiles a efectos de la ética islámica.
La fatwa no es solo una proclamación moral: es un dictamen vinculante para millones de chiíes en Irán, Irak, Líbano, Siria, Pakistán, Yemen y la diáspora.
Establece una línea roja estratégica: atentar contra Khamenei activará una reacción internacional descentralizada, que no podrá ser contenida fácilmente.
Refuerza la noción de que el liderazgo iraní no depende únicamente de mecanismos estatales, sino de una legitimidad teológica global que lo blinda y convierte en símbolo.
Esta fatwa es un mensaje directo a EE.UU., Israel y sus aliados: el Líder Supremo no es un individuo, sino una institución sagrada. Atacarlo sería abrir las puertas a una guerra sin cuartel que, según Makarem Shirazi, se librará en todos los continentes y por todos los medios.