Hablar de los gobiernos de los Estados Unidos es hablar de narcotráfico, trata de personas, genocidio, invasiones y la criminalidad hecha hegemonía, y como todo Estado criminal busca culpar a otros Estados para quitar el foco que existe sobre ellos. Por eso no es casualidad la persecución que tienen contra Venezuela, Rusia, Palestina, México, Brasil, Nicaragua, entre otros.
No nos vayamos tan lejos; México es zona fronteriza con EE.UU. Pregúntense por qué, en lugar de disminuir, los carteles del narcotráfico han aumentado, no solo produciendo y llenando los mercados de cocaína, heroína, fentanilo, metanfetamina, sino con trata de personas, compra de parapolíticos y la compra de armamento fabricado justamente por la industria militar estadounidense.
¿Cómo es posible que un país con imponente poderío militar (incluyendo una vasta fuerza terrestre, inteligencia militar avanzada y una sólida aviación) no haya logrado desarticular los carteles de narcotráfico que operan tan cerca de él? Además, presumen de contar con los dos organismos antidrogas más poderosos: la Administración de Control de Drogas (DEA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Esa vieja narrativa de salvadores del mundo y perseguidores del narcotráfico quedó desmantelada con varios documentos desclasificados en octubre de 2013 por los medios revista mexicana Proceso y Fox News, basados en entrevistas con dos exagentes y un excontratista, que dijeron que la CIA había ejecutado al agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena, en 1985; luego de que Camarena descubriera el plan de la agencia para financiar al ejército apoderado de la CIA en Centroamérica, los Contras, utilizando fondos ilícitos del narcotráfico.
La realidad es que el «narcoestado» de Estados Unidos no combate el narcotráfico porque obtiene beneficios económicos de este, usándolo para extender su terrorismo hegemónico y, a su vez, es tan atrevido que intenta impartir lecciones de moral y ética a otras naciones.
En este sentido, que la fiscal general estadounidense, Pamela Bondi, anunciara la recompensa de $ 50 millones de dólares para la captura del presidente constitucionalmente electo en Venezuela, Nicolás Maduro, por presuntos vínculos con el grupo criminal del Tren de Aragua, es insultar la inteligencia de los gobernantes y la de los pueblos del mundo.
Lo que realmente busca EE.UU. bajo la dirección de Donald Trump es quedarse con las riquezas mineras de Venezuela, el petróleo tan anhelado, el coltán, el oro, el cobre, sus islas, es decir, todo; frenar la expansión de China, Rusia y Arabia Saudí y quedarse con las rutas del narcotráfico, las mayores productoras de cocaína.
EE.UU. y su cercanía con el narcotraficante 82 “Álvaro Uribe Vélez”
Hay un refrán popular en las bandas criminales de Colombia: “Entre hampones y criminales se entienden”. De allí, no es de sorprender la defensa que han asumido algunos políticos estadounidenses y colombianos tras la reciente condena de 12 años al expresidente Álvaro Uribe Vélez, por soborno en actuación penal y fraude procesal.
Uribe, conocido en el mundo criminal del narcotráfico como “Alvarito”, viene de trabajar con el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria y, según exjefes paramilitares condenados en Colombia, él es el jefe político de la organización más criminal de ese país.
Entonces, no es casualidad que el secretario de EE.UU. Marco Rubio, cuestioné el fallo contra Álvaro Uribe, ni que el senador republicano Rick Scott salga en su defensa, porque por más diferencias políticas que se puedan tener entre partidos, es imposible eludir las grandes evidencias que la misma justicia estadounidense desclasificó sobre Álvaro Uribe Vélez al denominarlo “narcotraficante 82”.
Dos preguntas claves aquí son: ¿Teme el ‘narco Estado’ de Estados Unidos que el narcotraficante Álvaro Uribe Vélez divulgue los nexos que mantiene con ellos en sus operaciones criminales, y por eso lo rodean para ejercer control? ¿Es casual que, inmediatamente después de la condena de Álvaro Uribe Vélez, Estados Unidos retome su ofensiva contra el presidente Nicolás Maduro y grupos armados en Colombia, quizás buscando desviar la atención pública?
Es evidente que no es casualidad, como tampoco es casualidad que el presidente Donald Trump esté apoyando al genocida de Netanyahu al asesinar de hambre y bombardeos al pueblo palestino porque está acostumbrado a vivir de la criminalidad.
¿Qué tienen en común Uribe y Trump?
Ambos se convirtieron en los primeros presidentes condenados por la justicia de su país. Uribe por dos delitos y Donald Trump por 34 delitos, entre ellos por sobornos a la actriz de cine para adultos, obligándola a mantener oculto que sostuvieron relaciones íntimas.
Álvaro Uribe tiene pendiente más de 200 casos archivados en la justicia colombiana por su vínculo con grupos armados y de haber dado la orden de masacrar a población civil junto con el Ejército Nacional de Colombia, y Trump está relacionado en las investigaciones de Jeffrey Epstein y Sean Combs, conocido como “Diddy”, acusados por fiscales en EE.UU. por los delitos de extorsión, tráfico sexual por la fuerza y transporte para ejercer la prostitución.
https://www.nytimes.com/es/2025/07/22/espanol/trump-caso-epstein.html
Tanto Uribe como Trump arremetieron contra los jueces que llevan las investigaciones en su contra. Donald busca indultar a Diddy seguramente para evadir la justicia.